Esa noche
Estaba sola, pensando en tí, como hago a veces. Tranquila. Mirando el techo. La lámpara triste, llena de lágrimas. En silencio. Decidiendo si me paraba de la cama, tibia, sola, mía, y antes tuya. Pensaba en la nula conveniencia de pisar el suelo helado y caminar por las baldosas blanca roja blanca roja del pasillo blanca doblar y estirar la mano hasta el interrruptor prender la luz y buscar algo de pan que sabía que había en alguna parte pero mejor lo dejaba para el desayuno con un té y mejor vuelvo a la cama de donde nunca me moví, cuando puse atención a los ruidos de la calle. Todos los perros del mundo estaban ladrando aullando llorando gritando. Congelada, no me moví ni cuando todo comenzó a moverse en serio. Un rumor sordo y subterráneo que creció rápido, un ruido ensordecedor de cosas sin control cayendo, colgando, trizando, rompiendo quebrando gritando ladrando asustando inmovilizada a mi cama mi cama oscura y sola que era tuya, oscura y sola que se llena de vidrios que no sé por qué son rojos raro están rojos y me duelen y también los ojos que tratan de ver algo, es raro, hay estrellas en el techo y no lámpara y no sé donde estarás ahora que todo se mueve y rompe y deja de doler.
3 Comments:
Nunca he vivido un terremoto, ni temblorcillos tampoco.
Salvo los de la pasión.
Al día siguiente tomé un avión y volé diez mil kilómetros. Y no estabas. Sólo encontré vidrios rotos que crujían bajo mis pies mientras trataba de encontrar un taxi que no me robara lo poco que tú me habías dejado....
Espléndido.
muy bueno muy romantico
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