Tres Ficciones Súbitas
La Espera
Penélope dejó finalmente los palillos. Era imposible.
Ya no volvería.
Paraíso
Cuando los ojos de la serpiente lo miraron, no alcanzó ni a darse cuenta.
Apenas tragó la manzana sintió el peso y la fuerza de todos los deseos del mundo y de los hombres.
Eva pensó, me va a doler la cabeza.
Medio Oriente
Terminó de preparar la mochila. Estaba listo.
-No voy a volver- murmuró, apenas entre dientes.
Su mamá lo abrazó, te vas con mi bendición, le dijo.
Alá te espera.
2 Comments:
¿Cómo no recordar en tu brevedad textual, muy buena, al genial maestro Augusto Monterroso?
Güeno, güeno, ¿cómo te metes en el alma de una mujer así? Increíble. Lo de esa madre musulmana me dejó peluda.
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